viernes, 24 octubre 2025
Por: Miguel Angel Trujillo
El ministro del Interior, Armando Benedetti, rechazó vehementemente su inclusión y la de la cúpula del Gobierno colombiano en la lista Clinton de EE. UU. en 2025, negando nexos con el narcotráfico y calificando la medida de "injusta" y un atentado a la dignidad nacional.
El ministro del Interior de Colombia, Armando Benedetti, protagonizó un tenso pulso diplomático este viernes de 2025, tras ser incluido en la controvertida lista Clinton de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de Estados Unidos. Esta medida estadounidense, que impide transacciones financieras y bloquea propiedades en su territorio, ha encendido las alarmas en Bogotá. La acción de la OFAC busca limitar la capacidad operativa de individuos y organizaciones ligadas al narcotráfico y el terrorismo internacional.
Benedetti no tardó en reaccionar con vehemencia, negando categóricamente cualquier vínculo con el tráfico de drogas y defendiendo su gestión. "Nunca he entrado a la casa de un solo narcotraficante", afirmó el funcionario, visiblemente molesto. Calificó la decisión de “injusta” y concluyó su pronunciamiento con la contundente frase “gringos go home”, señalando su postura frente a la injerencia extranjera. La inclusión en la lista también afectó al presidente Gustavo Petro, la primera dama Verónica Alcocer y Nicolás Petro, intensificando la crisis.
El Departamento del Tesoro de EE. UU. argumentó que las políticas del presidente Petro, incluyendo su plan de “paz total”, habrían permitido el florecimiento de cárteles de la droga y facilitado el aumento de la producción de cocaína en Colombia. Estas acusaciones sugieren que la estrategia colombiana habría beneficiado indirectamente a organizaciones narcoterroristas, contraviniendo los esfuerzos antinarcóticos de Washington. Benedetti, por su parte, defendió la gestión de Petro, asegurando que la estrategia colombiana prioriza un enfoque social y de salud pública en lugar de la erradicación forzada.
Este incidente subraya una profunda brecha en las estrategias antinarcóticos entre Colombia y Estados Unidos, marcando un punto de inflexión en sus relaciones bilaterales. La inclusión de altos funcionarios en una lista de esta naturaleza, por defender lo que consideran la dignidad y la soberanía del país, augura una escalada en las tensiones diplomáticas. Este choque de visiones pone de manifiesto la complejidad de combatir el narcotráfico desde una perspectiva que prioriza el bienestar social frente a la intervención militarista.
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