Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera

Un estudio reciente revela que los colibríes de Anna han desarrollado picos más largos y puntiagudos en respuesta a comederos artificiales y climas fríos en California.

Desde la década de 1930 hasta 1950, los colibríes de Anna en California han mostrado una notable transformación en la morfología de sus picos. Este cambio se atribuye a la adaptación a los comederos artificiales en áreas urbanas y a las condiciones climáticas más frías. Los investigadores utilizaron especímenes de museo y datos históricos para analizar cómo estas aves han modificado su estructura física en un periodo relativamente corto.

El estudio fue liderado por Alejandro Rico-Guevara, biólogo evolutivo de la Universidad de Washington, y Nicolas Alexandre, quien realizó la investigación durante su posgrado en la Universidad de California, Berkeley. Rico-Guevara explicó que los colibríes han adaptado sus picos para funcionar como "cucharas grandes" que facilitan la alimentación en los comederos, mientras que Alexandre destacó la coevolución de estas aves con las actividades humanas, comparándolas con las palomas en su capacidad de adaptarse a los entornos urbanos.

Los resultados indican que los colibríes en zonas con una alta densidad de comederos presentaron los cambios más significativos. Además, en climas más fríos, los picos tienden a ser más cortos, una adaptación que probablemente ayuda a conservar el calor corporal. Curiosamente, los machos han desarrollado picos más puntiagudos, posiblemente como una estrategia para competir y defender territorio en los comederos.

Este estudio no solo subraya cómo la intervención humana puede acelerar la evolución de especies en entornos urbanos, sino que también resalta la responsabilidad que conlleva nuestra coexistencia con la naturaleza. Las acciones humanas, como la instalación de comederos y la introducción de especies vegetales no nativas, tienen un impacto directo y a veces rápido en la evolución de las especies con las que compartimos nuestro entorno. Los colibríes de Anna son un claro ejemplo de cómo las especies pueden modificar rápidamente sus características físicas para adaptarse a los cambios inducidos por el hombre, redefiniendo la interacción entre naturaleza y urbanismo.